jueves, 20 de junio de 2013

       Lazos eternos
                                                      
                                            Capítulo 1: El encuentro 


Todo estaba realmente oscuro, no sabía dónde estaba...miró a su alrededor extrañada.
Al parecer se encontraba en un cuarto, alguna especie de habitación, solo que no habían muebles.
Aquel lugar estaba completamente vacío y sintió que se moría de frío. La temperatura era demasiado baja para la época en la que estaban. Su cabeza no conseguía encontrarle una explicación a lo que me estaba pasando ni a cómo había llegado allí. Volvió a mirar a su alrededor, esta vez con más atención.

Había una ventana cerca de Lucy y desde ella se podía ver la noche. Gracias a la leve luz de la luna, en la habitación consiguió ver a duras penas algunos objetos.
Se había equivocado al pensar que no había muebles...pues después de un momento descubrió que muy cerca descansaba una cama y una pequeña mesita a su lado. Sin duda sus ojos se estaban acostumbrando a la oscuridad reinante en aquel lugar desconocido. Sin embargo el lugar ofrecía un aspecto más bien lúgubre.

Todavía no había averiguado qué hacía en ese lugar cuando sintió que alguien la observaba desde algún lugar del cuarto, con una mirada intensa y penetrante. Intentó agudizar sus sentidos pero de cualquier forma no pudo reconocerlo.
Sintió como el miedo comenzó a aflorar en su pecho dejándola completamente quieta e inmóvil. El pánico se apoderaría de Lucy pronto si no hacía nada.
Giró su cuerpo para poder observar desde el mayor número de ángulos posibles. Pero no pude distinguir nada fuera de lo normal. El extraño había desaparecido súbitamente y ya no lo veía.
Sentía frío y un miedo espantoso, una sensación de la que resultaba imposible desprenderse.
Miró al frente y entonces lo vio. El hombre estaba sentado en el suelo muy cerca de la mesita. Observándola.
Sus fuertes y a la vez delgados brazos descansaban por encima de las rodillas mientras su mirada la estudiaba con intensidad.

Sofocó un grito de susto y dio unos pasos hacia atrás, retrocediendo.
En cuanto él se dio cuenta de su temor su expresión de concentración y carente de emoción, se transformó en una máscara de dulzura.

Sin embargo eso no hizo que se tranquilizara y con las manos detrás de las espalda, con la intención de encontrar la pared detrás de ella, retrocedió tan rápido como pudo.
Oh, Dios iba a morir allí. Con el miedo ralentizando sus piernas, intentó huir hacia una oscura puerta situada a un costado.

Antes de que pudiera llegar, él estaba de pie y se aproximaba lentamente a ella. El movimiento había sido prácticamente invisible.
Calculó las posibilidades que tendría de salir de ahí pero no encontró ninguna razón por la que ese extraño y misterioso hombre la dejaría salir de allí.
Y si lo hubiera hecho, tampoco sabría a donde ir...
En cuanto él se acercó a Lucy, comprendió que no era una hombre si no un chico.
Un chico más o menos joven, de su edad. Eso consiguió tranquilizarla un poco. Solo un poco.
- no temas...-susurró con vos dulce, algo que le pareció completamente fuera de lugar y un poco absurdo.- no te haré daño.
Intentó hacer algo, quizás gritar pero no encontraba su voz.
¿Qué estaba haciendo en ese lugar y lo más importante quién era el extraño que la tenía arrinconada contra la pared?
- ¿q-quién eres?- tartamudeó.
Lucy distinguió en su cara una belleza innegable. Tenía los rasgos tan marcados y atractivos que se quedó mirándolo durante unos segundos.
- No te preocupes por eso. Sólo debes saber que no te haré daño...- Su voz era persuasiva y extrañamente tranquilizadora.
No sabía lo que estaba pasándole pero su mente dejó de pensar coherentemente.
Tenía la sensación de estar siendo dominada. Su cuerpo se relajó al instante y se sintió mucho más tranquila.
Una pequeña parte de su cerebro rebajó la posibilidad de que algo estaba produciéndome aquella sensación.
Pero no tuvo tiempo de pensar en ello mucho más, porque el misterioso chico aguardaba expectante.
Extendió el brazo en su dirección y apartó el pelo de su cuello. ¿Acaso esas puntitas blancas que sobresalían bajo sus labios eran colmillos? Debía de estar volviéndose loca.
Sintió como su boca se posaba en su garganta hasta que se sumió en una oscuridad de la que no salió.
Entonces se despertó.

El cielo claro de la mañana fue despertándola poco a poco. No había sido una buena noche que digamos, las pesadillas habían sido muy extrañas y vívidas... Pero ahora por fin estaba despierta.
Parpadeó varias veces para acostumbrarse a la repentina luz.
Se sentó en la cama de su ordenada habitación. Estaba todo en su lugar como siempre. A veces tenía la sensación de que su vida se estaba volviendo demasiado monótona.
Sentía que necesitaba un cambio, algo que la hiciera sentirse más viva....otra vez.

No quería recordarlo, ya sabía lo que tendría que pasar después, tendría que volver a desterrar el recuerdo al fondo de su mente y eso no era nada fácil. No era simple no porque aún lo quisiera. No. Lo que sentía se podría llamar ¿desprecio? Sí, esa era la palabra, desprecio.
Pero hoy cumplían tres meses desde que Bruce la había dejado... pensaba que la quería pero al parecer se equivocaba. Supuso que estaba demasiado ciega para darse cuenta de lo que ahora le parecía tan obvio.
Comprendió que se había aprovechado de Lucy y al recordar cuánto lo había querido, o al menos eso había creído, se daba cuenta de cuánto tiempo había perdido.
Pero Bruce no era quien había pensado en un principio.
No la quería, quizás ni siquiera la apreciara. 
Pero tampoco es que ahora le importara demasiado, más bien formaba parte de una etapa mala de su vida, mala y corta.
Le agradó darse cuenta de que ya no le dolía pensar en él, ya que trataba de evitarlo siempre que podía.
Escuchó la vos de su madre llamándola desde la cocina
-Lucy, baja a desayunar, ¡se te va a hacer tarde!
Suspiró. Su madre tenía razón, por lo que se vistió rápido y bajó.
Lucy se paró un momento al pie de las escaleras mientras escuchaba los sonidos que venían de la cocina.
-ojala hoy todo vaya bien - pensó con esperanza.
Dobló la esquina en menos de un segundo. Mamá estaba preparando café
-buenos días, ¿es muy tarde?- preguntó mientras preparaba una taza para ella.
-no mucho pero has de darte prisa- Gabrielle se dio la vuelta para no darle la espalda mientras recogía la tasa de café que acababa de preparar.

La madre de Lucy madre era una mujer muy cálida. Algo que siempre había agradecido era que Gabrielle seguía mirando a su padre con ojos de enamorada. Al menos ellos habían tenido suerte al encontrarse, y se sentía feliz al mirarlos.
Sus cariñosos ojos la observaron, esperando.
-¿dónde está papá?- preguntó imaginándose la respuesta al acabar de formularla.
Debía de estar trabajando ya. Siempre se iba antes que ella.
-ya se ha ido.-respondió mama mientras le daba el último trago a su taza y la ponía en el fregadero.
Que sorpresa.

Cuando sus padres se casaron había invertido sus ahorros en una pequeña y acogedora librería y Papá trabajaba en ella. De pequeña siempre se había preguntado porque le gustaba tanto su trabajo. Después comprendió que se sentía bien rodeado de libros. Supongo que estaba como en casa, algo que ella también sentía cuando pasaba las tardes ahí metida

-Deberías comer algo más, cariño-le dijo Gabrielle rompiendo el hilo de sus pensamientos
Debía de darse prisa, o llegaría tarde a clase.
-no, gracias.- contestó apresuradamente Lucy mientras cogía dos barritas de cereales y los metía en el bolsillo exterior de la mochila - las comeré por el camino, lo prometo.
- De acuerdo- sonrío y después comenzó a beber a sorbitos la tasa de café caliente que tenía en las manos.- pero ya sabes que prefiero que comas algo más.
- lo sé pero estoy llegando tarde. Te quiero...-sonrió al ver como su madre la miraba desde el otro rincón de la cocina, su rostro algo cansado, su pelo alborotado y la bata rosa bebé que siempre usaba.
Se encaminó por el pasillo y la saludó con la mano justo antes de doblar la esquina...
-¡adiós! Gritó Lucy mientras cerraba la puerta.
Cruzó el pequeño tramo de jardín hasta llegar al coche. Hacía frío asique entró en la cabina y encendió el aire acondicionado. El calor se fue extendiendo a través de la cabina.
Esperó unos segundos a que el coche se calentara un poco más y arrancó.

No es que supiera demasiado sobre coches. Su amplia lista se limitaba solo a saber que el suyo era un Chevrolet negro. No era el más lujoso de todos los que estaban estacionados en el aparcamiento ni de cerca, pero ella era feliz con él.

Su casa estaba cerca del instituto de modo que no tardó demasiado en llegar. Al final con las prisas había llegado pronto.
Lucy aparcó el coche y se quedó ahí un momento esperando a que se llenara el establecimiento, ya que no le apetecía nada ir a clase tan temprano.
De pronto sintió algo de hambre y recordó las barritas que tenía en la mochila. Se giró para rebuscar en la mochila y sacarlas.

Comió rápidamente y cuando hubo más gente se apresuró a salir fuera.
El frío no era tan fuerte como antes por lo que Lucy se relajó bajo la chaqueta y comenzó a caminar hacia la entrada.

Levantó la mano por encima de su cabeza cuando Vicky, su mejor amiga, se acercaba.
Vicky era una persona siempre activa y su aura de buen humor hacia que la gente que estaba a su alrededor se sintiera igual. Era como si tuviera una energía positiva emanando de ella.

-¡hola! - exclamó por encima de las demás voces mientras agitaba la mano efusivamente.
Cuando llegó hasta Lucy, lucía radiante y feliz.
-¡hola! –Contestó sonriendo - ¿cómo estás? diría que pareces muy contenta hoy...
- sí, porque tengo que contarte algo, algo muy importante- añadió esto último con voz misteriosa.
Lucy se echó a reír ante su expresión.
-¿qué pasa?-
-hay un chico nuevo en nuestra clase...-dijo esbozando una sonrisa.
-¿y qué tiene eso de interesante?- la interrumpió
Suspiró y la miró fijamente.
- déjame acabar, ¿vale? - le guiñó un ojo y continuó- te puedo asegurar que es el tío más bueno que jamás hayas visto...
Lucy puso los ojos en blanco...
-ya estas exagerando otra vez...-comenzó a decir, pero Vicky no dejó que acabara la frase.
Su amiga siempre había sido muy efusiva.
-verás como tengo razón, quien sabe...quizás algún día me lo agradezcas.
-Hummm, no sé a qué te refieres con eso.
-no importa, tenemos que movernos, no hay tiempo.-dijo mientras caminaba más rápido.

Ella intentó seguir su ritmo. Parecía que se había vuelto majara. Debía de aburrirse mucho en los últimos días.
-¿Para qué?- preguntó confusa.
- Alguien tiene que enseñarle el lugar ¿no te parece?-sonrió de forma picarona mientras Lucy la miraba como si estuviera loca.
"no estaría hablando enserio... ¿verdad?" pensó
-oh no, eso sí que...-se interrumpió a media frase- pero si no lo conoces.
-no importa...-miró su expresión y dijo exasperada- ¡oh vamos! Será divertido.
-allá tú, si quieres, pero conmigo no cuentes...-intentó esquivar la cuestión. No tenías sentido.
Vicky la tomó de la mano apretando un poco más de lo normal, y tiró de ella hasta que llegaron a la puerta de clase.
-míralo- repuso Vicky, intentando atraer su atención.

Junto al marco de la puerta de su clase se apoyaba un chico, si se le puede llamar así.
Era tan diferente de los cientos de chicos del instituto. Su cabeza tardó algunos segundos en encontrar los adjetivos adecuados para describirle. Era particularmente hermoso. Esa clase de belleza natural que solo esperas ver en las mejores revistas.
Lucía el pelo largo hasta las orejas y castaño oscuro. Su piel blanca hacia contraste con su pelo.

Estaba apoyado contra la pared que estaba continua a la puerta.
Su postura despreocupada y la manera en que poso sus ojos en ella la dejaron aturdida. La miró fijamente, concentrado. Ninguna expresión cruzó por su rostro.
En el momento en el que sus miradas se encontraron, Lucy supuso que era de mala educación mirar a alguien fijamente mientras esa persona era consciente de que la observabas.
Por lo que apartó la vista con rapidez. Y lo primero con lo que se encontró fue a Vicky sonriéndome triunfal ante la expresión de si rostro.
Esperaba que no se le notara mucho, pero ya sentía como la sangre sonrojaba sus mejillas.
Respiró hondo y caminó, con Vicky pegada a ella, hasta entrar en clase. En ese momento le había parecido ver al chico nuevo sonreír para sus adentros y la curiosidad pico en ella.
Cuando él la había mirado, sin apartar la mirada ni un segundo, se sintió completamente insignificante delante de él.
Se sentó en su lugar lo más rápido que le fue posible y giró la cabeza hacia un lado para mirar hacia la puerta.
Se preguntó por qué él estaba esperando ahí, su postura era rígida mientras permanecía apoyado contra el marco de la puerta, pero se cuerpo se relajó al instante y cuando comenzó a caminar, Lucy pudo observar el desparpajo con el que se movía y la gracia tan particular de dichos movimientos.
Mientras lo miraba disimuladamente se fijó en sus ropas, tan perfectamente adaptadas a su cuerpo.
Vestía inevitables vaqueros gastados y una camiseta negra. La ropa era informal y aun así parecía sacada de una revista de moda. Simplemente era hermoso…
Quería creer que estos pensamientos tan atropellados eran a causa del impacto del primer momento.
Miró un momento por la ventana para desprenderse de la sensación tan rara que le estaba recorriendo el cuerpo y después de unos segundos el profesor entró en la clase.
Había olvidado que tocaba literatura.
Mucho mejor, de ese modo intentaría distraerse un poco y no mirar hacia el chico nuevo.
Y nada más entrar y saludar a todos con el estúpido " buenos días" el señor Frank procedió a presentar al chico nuevo.
-bueno chicos, parece que hoy tenemos a un nuevo alumno en la clase.- se giro para mirar a Dave- Si no me equivoco tu nombre es...
-Dave-interrumpió él con vos alta y clara. Todas las cabezas de la clase se giraron para verlo.
-ok Dave, encantado de tenerte con nosotros- dijo el profesor con bastante ánimo.
Lucy sacó su libreta y se dedicó a intentar prestar atención a la clase, pero su cabeza estaba en un lugar diferente.
Las dos veces que miró a Dave, algo que intentaba que no fuera muy seguido, él estaba observándola. Era extraña la forma en la que posó sus ojos sobre ella, de una manera casi intimidante.

Miro a Vicky que garabateaba en su cuaderno con aire distraído. Mejor, porque sentía que no quería hablar con nadie.
Las clases eran un tormento en ese momento y lo único que se le ocurría era querer salir de allí en ese mismo instante. Lamentó no poder hacerlo.

Cuando acabó la clase recogió sus cosas y se encaminó a la puerta. No entendió como lo había hecho tan rápido pero Dave estaba en el umbral, apoyado contra la pared.
Tenía una postura despreocupada, y observaba todo con mucha intensidad, o eso le pareció a ella.
Respiró hondo y se concentró en caminar bien.
En un fugaz pensamiento le molestó mucho lo nerviosa que se estaba poniendo.
No era nada conveniente que lo estuviera.

Cuando atravesó la puerta sintió la mirada de Dave clavarse directamente en ella. Quizás se lo estaba imaginando todo. Lucy intentó seguir caminando como si nada, intentando parecer despreocupada, pero sabía muy bien que por dentro las cosas no eran así.

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bueno espero que les guste mi primer capitulo de lazos eternos!! si quieres pueden dejarme comentarios, de alguna idea! que les parece? :)

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