Layla y Daniel se pertenecen el uno al otro, sólo que
todavía no lo saben... Están peligrosamente a punto de
caer en un remolino de placer y amor infinitos...
Y ni siquiera se lo imaginan...
Capítulo 1
Layla
Por las noche. Cuando ya nadie estaba. En
la oscuridad y tranquilidad de su cuarto pensaba en él. Dios, lo deseaba.
Más de lo que realmente quería admitir, incluso
a sí misma. No podía evitarlo.
Él era tan grande en comparación con
ella...él era tan dulce siempre.
O al menos lo había sido en sus sueños. En
su propio paraíso a su lado.
Idiota…
Pensó
Los días pasaban y cada día sentía la necesitad
apretándola por dentro.
Podía imaginárselo a él, en la habitación
continua. Podía sentir cuando el entraba, los ruidos provenientes del interior.
Podía sentir cuando la ropa de él caía despreocupada
por su cuerpo hasta suelo.
Layla se dio vuelta en la cama sacando
las imágenes que su mente creaba en esas ocasiones.
Sin embargo, era en esos momentos, en la
intimidad de su dormitorio, donde sentía que debía decírselo todo a Daniel.
Le necesitaba, aquí, ahora.
Pero no lo llamaría, no lo buscaría. No esta
noche.
Respirando entrecortadamente, a causa de
la imagen del rostro de Daniel en su mente, sintió como el calor en su cuerpo
iba aumentando.
No podía evitar imaginárselo a su lado, acostado
junto a ella en la oscuridad. Quería sus lindas manos por su rostro y su
cuerpo, regalándole su calor.
Agarró con fuerza el cojín de tenia a
lado de ella, reprimiendo las ganas. Alargando el tiempo. Intentando evitar lo
inevitable.
Pero ella no pudo evitar seguir
fingiendo que estaba aquí. Que él la quería. Que él la deseaba.
Fuera el tiempo estaba fresco, ya de
noche. Layla se apretujó más entre las mantas y miró fijamente al techo, enojada.
¿Enojada
con qué? Se preguntó. La frustración de no poder tenerlo en
ese mismo segundo corría espesa por su cuerpo.
Finalmente sujetó el cojín a un lado
mientras su respiración aumentaba.
Resignada soltó el cojín y lo dejo caer
a un lado de la cama, en el suelo. Suspiró.
Inevitablemente bajo su mano hacia su
abdomen, acariciándose.
Su piel estaba caliente bajo las mantas.
Ella imaginó que era él quien la
acariciaba. Se sentía bien pensando en él.
Pero ella no podía hacer más que eso.
Layla no quería más que eso por parte de ella misma.
Ella deseaba que fuera el quien la
tocara, pero no había nada que pudiera hacer. Era la única forma en la que
estaría cerca de ella de ese modo. En su imaginación.
Y en momentos como esos Layla no podía
aguantar la agonía. La presión. La tristeza de que él estuviera en la
habitación continua y no ahí, con ella.
Tan cerca y alejados a la vez.
Finalmente se rindió. Recogió el cojín
del suelo. Apoyó sus brazos entrelazados entre si encima de su pecho.
¿Cómo soportaría la pena si él le dijera
que no la quería? no podía siquiera pensarlo.
Daniel era diferente… Sus gestos, su forma de hablar y de actuar lo hacían lo
más hermoso y sobre todo diferente que
había conocido.
Él siempre había sido como su sol. Inconscientemente
Daniel la tranquilizaba. Ella se sentía bien pensando en que él no estaba
lejos, y que podía protegerla de algún modo. Por un momento pensó en lo
patético que eso sonaba. Pero no le importó.
Pero el hecho de que una estúpida pared
los separara era un asco.
Respiró hondo dejando atrás los
pensamientos. Y poco después cayó en la inconciencia.
Daniel
Daniel respiró hondo. Estaba acostado en
la cama. Hacía ya un rato que todo estaba oscuro.
Por las noches, cuando el sueño aun no
tocaba su puerta, se dedicaba especialmente a Layla. Pensaba en ella.
Veía las imágenes de sus recuerdos en
los que ella estaba. Recordaba su rostro.
Aquella noche estaba más pensativo que
nunca. Llevaba dando vueltas en la cama un buen rato.
Y todo el tiempo sin poder ignorar las
ganas que tenía de salir de su cuarto y buscarla.
Pero ella probablemente estaba
durmiendo. Y ese era el menor de los motivos que lo detenían. Que le obligaban
a permanecer donde estaba.
Suspiró. ¿Cuánto más podría aguantar?
¿Cuánto tiempo pasaría hasta que un día se presentara en su cuarto dispuesto a
todo?
No
mucho, Seguro.
En el silencio de la noche escucho un
jadeo. Como si se quejara.
Supo inmediatamente quién era. También
supo porque estaba tan sintonizado a esa vos.
Era ella. Su amada. Pero no extendía lo
que ocurría al otro lado de la pared.
Estaba confuso pero muy curioso al mismo
tiempo.
Sus instintos protectores afloraron en
un segundo mientras agudizaba su oído, atento a los sonidos de la habitación de
al lado.
Esperó un momento, completamente en
silencio. Aunque en realidad no necesitaba el silencio para escucharla. Sus
sentidos eran mucho más agudos que los que poseían los humanos. Y si le sumamos
eso al hecho de que él oiría su voz
en cualquier lugar… en cualquier sitio.
Podía sentir su acompasada respiración acelerándose,
y el instinto de salir corriendo para asegurarse de que todo estaba bien lo
carcomía por dentro.
Layla se quejó suavemente. Todo estaba tranquilo
y sintió en su bajo suspiro que no había ningún peligro. Tras un instante
suspiró, dejando caer algo al suelo.
Era liviano. Daniel no pudo reprimir una
imagen de Layla en la cama justo en ese momento. Oh, Dios. Tendría que olvidar
esos pensamientos rápido. No estaba seguro del control que tendría si seguía
imaginando.
Layla jadeo de nuevo. Suspiro y después
de un momento gimió suavemente.
Fue despacio y lento. De repente sentía
derrumbarse tomo su auto control.
Centró todos sus sentidos en ella. Gimió
otra vez, tan despacito que casi parecía un suspiro. Dave estaba volviéndose
loco con esos sonidos…
Quería ser el quien le diera ese placer.
Deja
de soñar se dijo a sí mismo.
Pero él podía distinguir entre el placer
y el dolor, y confundido se dio cuenta de que ella tenía una mezcla bastante
cargada de los dos sentimientos.
Parecía sollozar. Se le encogió el
corazón solo de pensar en su dolor.
Layla volvió a quejarse y tras unos
segundos su habitación se sumió en un completo silencio.
La extraña escena había durado sólo unos
segundos. Unos eternos segundos de completa agonía.
Debía controlarse realmente si no quería
salir a buscarla ahora mismo…
Sin embargo, después de pensarlo un
momento, supo que él no hubiera intentado ir con ella, aunque ella hubiera
seguido.
Él no tenía derecho a ello. Layla
posiblemente pensaba en otra persona. Él no tomaría una decisión como ir a
buscarla basándose solo en lo que el sentía. Él la respetaba por encima de cualquier
cosa.
Dios
mío, ayúdame… Pero el deseo de ella era tan fuerte... Basta.
Daniel pensó en como Layla lo miraba...
tan abrumadora, inocente y atrevida a la vez.
Ella era su perdición desde el primer día
en que había llegado al internado.
No recordaba algún momento más feliz en
su vida que cuando estaba con ella… como amigo, claro.
Sin embargo, él estaba seguro de algo, y
respecto a eso no cambiaría de opinión nunca. La esperaría. Siempre.
Y si resultaba ser que ella no sentía
nada por él, entonces el seguiría esperando,
Con la esperanza de que algún día pudiera
hacerse un huequito en su corazón.
Cerró los ojos con fuerza al pensar en
la posibilidad de que alguien que no fuera él pudiera llenar ese lugar. Su lugar
Se relajó unos minutos más tarde, volviéndose
a concentrar en los sonidos de la otra habitación.
Ahora su respiración era tranquila,
acompasada. Layla dormía.
Daniel siempre quedaba más tranquilo
cuando la escuchaba dormir. Examinó rápidamente y de forma automática los
ruidos del exterior, escuchando sólo tranquilidad. Se dijo que aunque no podía
estar con ella justo allí, al menos ella estaba completamente a salvo. Daniel
se relajó en las almohadas.
Se había sentido un poco culpable al
haberla escuchado antes, pero sin embargo, era algo que no podía evitar.
Era más fuerte que él mismo. Daniel quería
ser quien la tocara. Muy despacio y suave. Nunca le haría daño, por muy poco
que sea.
En su mente, ambos yacían juntos. Las sábanas
de ceda negra de su cama los cubrían levemente. Él la besaba., nunca pararía de
hacerlo. Soñaba con esa fantasía casi todas las noches.
Deseaba abrazarla. Estrecharla contra su
cuerpo, mientras ella dormía plácidamente.
Estaba volviéndose loco. Más bien, ella
lo estaba volviendo loco.
Sentimientos que jamás espero sentir de
una manera tan intensa, ahora lo embargaban.
El dolor por lo tenerla, el amor, el
deseo...
Después de un momento no pudo evitar
quedarse dormido.
Dave siempre solía dormir pensando en
ella. Su mayor amor. Su Dama.
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Chicas este es una nueva historia, espero que les guste! COMENTEN!
Chicas este es una nueva historia, espero que les guste! COMENTEN!
Amiga, debo decir que si quisieras podrias publicar esta historia como un libro. En serio me sorprende :D
ResponderEliminarAgy muchas gracias, no sabes lo importante que es para mi poder compratir mis hirtorias y que te gusten!! de verdad gracias :)
ResponderEliminarNo, no me gusto, ME ENCANTO!!!! Están geniales :D te considero una gran escritora :D
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