Layla y Daniel se pertenecen el uno al otro, sólo que
todavía no lo saben... Están peligrosamente a punto de
caer en un remolino de placer y amor infinitos...
Y ni siquiera se lo imaginan...
Capítulo 2
Layla
Layla se levantó cansada. No había dormido mucho a causa de los sueños que había tenido.
En ellos aparecía siempre Daniel.
Pero por más que lo intentara no conseguía recordarlos. Por la noche habían
sido tan vividos.
Ahora era un fugaz recuerdo
de...su obsesión. Aunque, bueno, ella no quería llamarlo de ese modo.
Pero quizás era porque le costaba
admitir que estaba enamorada.
No obstante, Layla sabía demasiado
bien que así era. Estaba enamorada de Daniel, y tampoco le disgustaba.
Pero no sabía cuánto tiempo soportaría
sin él. Tenía pensado intentar hablar con él. Tendría que saber cuánto lo
amaba. Luego escogería.
Y quizás, solo quizás, él sentía
lo mismo. O al menos algo parecido por ella.
Ese sentimiento la animó a hacerlo.
Pero todavía no sabía cuándo hablaría con él.
Desayunó rápidamente y volvió a
subir a su cuarto. Quería prepararse por si se encontraba con él en los
pasillos.
Debía aprovechar que no había
clases y que tendrían el día para ellos dos.
Pensó en encontrarlo por los
pasillos como siempre pero al parecer él no estaba. Tras la puerta de su
habitación probó suerte imaginándose a Daniel en el interior, pero el cuarto
estaba en silencio… no había nadie.
-De acuerdo. Hablaré con el más
tarde, cuando aparezca.-se dijo a sí misma.
Volvió a su habitación
arrastrando los pies.
Se sentía tan sola. Solo era
capaz de olvidar el pasado cuando estaba con él y ahora que Daniel había salido,
se sentía sola.
Recordó su historia como si por
un momento fuera de otra persona y pudiera pretender que ese gusto amargo que
sentía no tenía nada que ver con los recuerdos que estaba volviendo poco a
poco…
Sus padres habían perdido la
vida. Y ella estaba completamente sola, ahora. Cuando finalmente acabara las clases
en este internado donde podía conservar a Daniel cerca de alguna forma, ¿Qué haría?
En poco tiempo cumpliría la mayoría
de edad, y entonces intentaría buscar algo mejor. Pero el nudo en el estómago y
las lágrimas amenazando con caer en cualquier momento, no la hacían sentir mejor.
Quizás Daniel podría estar con
ella, podría cuidarla y darle una vida mejor. Pero sentía que siempre estaba
soñando y debía despertar.
Diapositivas de imagines que ella
nunca había vivido le recordaban lo sola que había estado siempre. Había
intentado ser fuerte y autosuficiente durante todos los años que había
transcurrido, pero ahora que Daniel había entrado en su vida de forma
permanente e inamovible estaba cansada de ser fuerte. Estaba cansada se ser
autosuficiente y de no necesitar la ayuda de alguien más. Quería la ayuda y el amor de Daniel sólo para ella.
Bostezó, mientras empujaba los
recuerdos al fondo de su mente.
Por la noche no había dormido
mucho. Se había levantado más de una vez entre jadeos. El corazón iba rápido
cada vez que se despertaba.
Quizás era por lo que había
sentido la noche anterior, imaginando que era él quien estaba allí.
Se recostó en la cama mientras
sus parpados se iban cerrando y sus pensamientos se retrasaban una vez más en
Daniel. No estaba muy segura acerca de lo que deseaba hacer una vez se acabara
las clases… Estaba cansada de que todo fuera tan fugaz y que después de todo
solo quedara ella. Estaba cansada se su propia rutina y realmente necesitaba un
cambio. Algo más…
Finalmente Layla cayó en la
inconsciencia, durmiendo sin sueños.
La noche anterior le había pasado
factura.
Durmió plácidamente esta vez. Y
por fin se sintió más descansada que en mucho tiempo cuando despertó de repente
en la oscuridad de su habitación. Se levantó repentinamente, fuera ya era de
noche.
Tenía que hablar con
Daniel.
Se apresuró al cuarto de baño,
tomando consigo el neceser con sus cosas y se encerró en el baño.
Entro en la ducha relajando cada
uno de sus músculos. El agua caliente resultaba increíblemente relajante y aprovechó
el momento para disfrutar de la tranquilidad que le ofrecía el agua mientras
cerraba los ojos y solo veía a Daniel…
Daniel
Daniel había salido todo el día.
Tenía que alimentarse, y pensar.
Sí, eso. Necesitaba pensar. Porque
cada vez que estaba cerca de Layla perdía por completo el control y sabía muy
bien que una vez que volviera y estuviera cerca de ella, no podría pensar con
claridad.
No podría ser coherente. Y necesitaba
serlo, más que nunca.
Apenas llegara devuelta a sus
habitaciones intentaría hablar con ella.
En ese momento mientras
regresaba, le entró un temor frío que se alojó en el centro de su pecho… ¿Y si
ella lo rechazaba? ¿Y si sentía algo por otra persona?... bueno esperaba en el
fondo de su alma que no hubiese nadie más
porque sentía un instinto emanar de él cada vez que pensaba en Layla
estando junto a alguien más. No quería eso, no quería que volviera estar con
nadie excepto él jamás…
La palabra Mía flotaba en su
mente. La quería para él, quería cuidarla y asegurarse de que junto a él
encontraría protección y calor.
Pero lo sentimientos no serían
fáciles de sobrellevar si resultaba que ella no deseaba saber nada de él… ¿y si
simplemente era su amigo?
Daniel sacudió la cabeza. Para ya
con eso.
No le sorprendió cuando una
imagen apareció en su mente, dispuesta a llevarse todo el autocontrol que
estaba intentando conservar.
Layla yacía en su cama, justo a
su lado y a través de sus labios entreabiertos podía vislumbrar unas pequeñas y
hermosas puntitas blancas que formaban los colmillos de Layla. Su sonrisa era
completa mientras lo miraba con ojos enamorados.
Por segunda vez durante esa noche
Daniel sacudió la cabeza intentando quitarse la imagen de Layla como vampiro.
¿En qué estaba pensando? ¿Acaso también guardaba esperanzas de compartir la
eternidad junto a ella?
Sin embargo, fuera cual fuera el
resultado Daniel le contaría toda la verdad. Es lo menos que se merecía. Debía
contarle sus sentimientos pero además también necesitaba confesarle su
verdadera naturaleza así como sus hábitos alimenticios… por decirlo de una
manera sutil.
Daniel rio sin alegría. Sentía la
voz ronca. El hecho de mostrarle que era un vampiro lo estaba volviendo loco.
Layla podría aceptar estar con él… Pero ¿Y qué ocurriría cuando se enterara de
que él era una criatura del noche, un ser diferente a los de su especie? Le
costaba mucho imaginarla aceptando aquello… Desde
luego que sí…
Estaba claro que en ese momento
no estaba siendo la alegría de la fiesta. Debía dejar de ser pesimista y ser
fuerte por ella.
Le diría que estaba preparado,
que tardó por miedo a dañarla pero ahora estaba seguro de que podía protegerla
y no dañarla…
Le contaría quien era él. Y rezaría.
Rezaría para que ella no saliera espantada.
Intentaría mostrarle que seguía
siendo el mismo. Que él la amaba por encima de todo.
Le mostraría el placer si ella lo
aceptaba, y el tiempo decidiría si ella conocería placeres que jamás ha
sentido.
Lo que sentiría con el beso de un
vampiro. Cuando ellos se alimentaban, los humanos no sentían dolor. Sino todo
lo contrario.
Arrastro esos pensamientos fuera
de su mente. Si aquello ocurría crearía un lazo entre ellos que sería
irrompible.
Sin embargo, nunca bebería de
ella por necesidad. No borrándole la memoria de los últimos minutos una vez que
él hubiera acabado.
Jamás tomaría más de lo que él le
diera. O de lo que ella permitiera.
Y si eso era nada, pues nada sería.
Entró en el edificio rápidamente,
no aguantaba más. Había pasado todo el día fuera, reflexionando y
alimentándose. Quería estar fuerte para ella.
Estaba completamente empapado por
la lluvia, por lo que se cambió apresuradamente con unos pantalones holgados y
un suéter de cuello vuelto que se ajustaba perfectamente a la silueta de su
pecho.
Salió de la habitación con aire
majestuoso y se preguntó cómo había ido el día de ella… se moría de ganas por
verla y poder abrazarla.
Caminó hasta su puerta,
encontrándola justo al lado de la suya. Daniel se quedó quieto atisbando
levemente el aroma de Layla bajo la puerta. Se deleitó momentáneamente con su
olor y tocó despacio la puerta de su habitación, pero nadie contestó.
Volvió a intentarlo pero nada. Aunque
él sabía con seguridad que ella estaba dentro del cuarto, en alguna parte.
El aire dentro del cuarto llegaba
débilmente desde debajo de la puerta. Su esencia estaba concentrada. El aroma
de Layla lo atontó un poco. No había nada mejor que aquel olor, nada que se le
comparara. Solo de pensar en lo que podría ser besarla y probarla…
Volvió a golpear y en esta ocasión
entreabrió la puerta...
No había nadie en el cuarto. Sin embargo,
ella estaba en el cuarto de baño, duchándose.
Daniel podía oír como el agua
llegaba al suelo después de recorrer toda su figura. Esa era la razón por la
cual su aroma estaba tan concentrado y húmedo.
Normalmente la hubiera dejado sola.
Pero ahora no. No cuando estaba dispuesto a hablar con ella.
Esperó pacientemente sentado en
la cama. Había estado tantas veces en aquella habitación.
Las sábanas negras con las que él
soñaba cubrían la cama. Daniel se las había regalado, ya que el edredón que cubría
las camas del internado no eran nada bonitas. Él tenía las mismas sábanas en su
dormitorio… ¿Cuántas veces él la había imaginado acostada a su lado?
Respiró hondo, pero eso no sirvió
de nada.
Su aroma
estaba por todas partes, y aunque lo adoraba, no conseguía pensar con claridad. -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
ahissssssss! jajaaj veremos lo que pasa COMENTEN!
Paloma, paloma, paloma.....
ResponderEliminarCOMO SE TE OCURRE DEJARLO HASTA ALLI?!?!?! Estaba demasiado bueno el capi y tu lo terminaste :(
Esperare al próximo capi, ansiosa. Besos, amiga.
jajaja es bueno dejar con un poco de intriga!! jajaja no falta mucho para el siguiente!! un beso angy y muchas gracias!
ResponderEliminarJajajaja ok :D por cierto, mi otro blog ya esta listo ;) solo falta instalarle el cbox, pero ya olvide como se hacia, me ayudarías???
ResponderEliminarclaro ahora mismo me fijo!
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