Layla y Daniel se pertenecen el uno al otro, sólo que
todavía no lo saben... Están peligrosamente a punto de
caer en un remolino de placer y amor infinitos...
Y ni siquiera se lo imaginan...
Capítulo 3
Daniel
Lo mejor sería intentar despejar su
cabeza y tomar el aire. Daniel se encaminó por la habitación hasta llegar a una
pequeña terraza que se encontraba en el otro extremo de la cálida habitación.
Atrapó el aire en sus pulmones, agradeciendo la sensación de frescura que lo
recorrió. Tras unos segundos, la brisa lo despejó por completo.
Daniel miró la noche, pensativo. Las
ganas de ver a Layla y confesarle todo eran enormes pero tanto como ansiaba
poder mirarla a los ojos en ese momento también quería echarse para atrás. Pero
no lo haría. Ya había esperado demasiado.
Aguardó sin impacientarse a que ella
terminara.
Y en un fugaz pensamiento deseó que ella
no se molestase por su presencia sin permiso.
Esperó imaginando los hermosos ojos
sorprendidos de Layla al verlo.
Layla
Layla se había tomado su tiempo en la ducha, y ahora se sentía completamente relajada.
Se puso su bata blanca, y alisó con los
dedos el húmedo cabello dejándolo esparcido a su alrededor.
Se abrochó la bata y salió del baño agradeciendo
el aire puro.
El vapor desapareció detrás de ella casi
al instante.
Layla se apresuró a guardar el neceser
cuando escuchó un sonido proveniente de la terraza. Eran pasos. Por unos
segundos se sintió completamente asustada mientras esperaba paralizada en el
centro del cuarto. Entonces apareció Daniel caminando lentamente mientras
entraba en la habitación con los ojos entrecerrados y un aspecto impecable.
Vestía hermoso esa noche y el suéter que usaba le daba ganas de sacárselo a
tirones.
Daniel la observaba intensamente
mientras ella intentaba procesar los hechos rápidamente. ¿Qué hacía Daniel
aquí? Es decir, su presencia era más que bienvenida pero… Oh dios mío, pero
ella solo llevaba su albornos en ese momento. Nada más, por lo que estaba
desnuda bajo la fina tela. Y él estaba tan cerca… Casi podía sentir la calidez
que desprendía su enorme cuerpo.
-Daniel...- dijo sorprendida y no menos nerviosa.-
¿qué estás haciendo aquí?
Daniel
O mierda, Daniel no había tenido en cuenta
el hecho de que probablemente no tuviera ropa dentro del baño. Claro que no, no
tenía por qué tenerla, estaba en su habitación...él
no tendría que haber entrado. Y ella estaba nerviosa, mucho. Podía oler el gusto
amargo, camuflado completamente por su increíble olor. Desde luego que cuando
había entrado hacía un momento, había maldecido su suerte por el rico aroma… que
ahora estaba por todo su alrededor.
-Quería hablar contigo.- respiró hondo,
maldiciendo mentalmente- de acuerdo, me-me iré para que puedas cambiarte.
Qué bonita era. Observó cómo se marcaban
sus curvas debajo de la suave tela que la rodeaba… Tan suave…
Daniel se apresuró hacia la puerta con
la cabeza gacha intentando darle espacio e intimidad. Realmente no sabía si
hacia esto por ella o porque no confiaba en su autocontrol para resistir.
Pero ahora Layla no parecía realmente
nerviosa y la curiosidad picó en él, por lo que levantó los ojos para poder
mirar una vez más antes de salir del cuarto.
Layla
Daniel tenía un aspecto tan… inocente, pensó Layla.
En un primer momento se había sentido
rara al tenerlo en su habitación en un momento tan íntimo, pero ahora que observaba su reacción y las ardientes
miradas que había dirigido él en su dirección… por todo su cuerpo, extrañamente
se había sentido más tranquila.
Oh dios, no quería que él se marchara.
Necesitaba tenerlo cerca ahora que ya lo había visto. Quería correr a sus
brazos y no soltarlo jamás, aunque le diera tortícolis.
-No-dijo rápidamente mientras alzaba las
manos en su dirección- quédate por favor. Yo también tengo que hablar contigo.
El rostro de Daniel mostró una
momentánea sorpresa mientras la miraba a los ojos, para después esbozar una
enorme sonrisa torcida.
En ese momento todo le pareció
sencillamente perfecto, mientras los miraba a ellos dos y el espacio que los separaba
no quería cambiar nada. Lo sentía correcto en todos los sentidos.
Ella era feliz cuando él estaba cerca y
podía hacerle olvidar los horribles recuerdos del pasado.
-De acuerdo- dijo acercándose a ella
lentamente como si temiera lo que podría hacer si sus movimientos no era lentos
y precisos. Daniel caminó lentamente moviéndose como todo un depredador. Era
absolutamente perfecto.
Le pareció que estaba midiendo sus
movimientos y pensando antes de actuar, como si se contuviese.
No le importaba que estuviera con escasa
ropa tan cerca de él. En ese momento todo lo que alguna vez pudo haber
importado carecía de relevancia mientras lo miraba.
Por un instante se permitió tener
esperanzas recordando que Daniel había dicho que quería hablar con ella… ¿y si él
había ido allí por la misma razón por la que ella quería que él se quedara?
-Tú primero-Susurró con voz queda- Será
mejor así…
Dios, prefería escucharlo a él primero y
no sentir desde el primer momento el posible rechazo en sus ojos.
Dave suspiró y posó suavemente su mano
contra la de ella. Sus miradas se encontraron en un segundo interminable y comenzó:
-Layla, yo simplemente he tratado de evitar
esto. Lo he hecho porque pensaba que yo no era bueno para ti. He intentado
pretender que no había nada, que lo que sentía en mi corazón era simplemente
por el tiempo… - Daniel frunció los labios un momento y prosiguió- En un
principio traté de olvidarte, pero no pude. Ahora sé el por qué, no quería olvidarme de ti. Temía no poder ofrecerte protección debido a lo que soy, pero
he comprendido que puedo protegerte y ese impulso es el que me saca de la cama
cada mañana. Solo quiero ser… algo bueno
para ti.
Ella simplemente se había quedado sin
palabras… ¿Él finalmente la quería y se había estado reprimiendo?
Una calidez de expandió por todo su
pecho y cuerpo cuando comprendió el sentido de sus palabras.
-¿Es esto real?- preguntó a la nada en
general mientras miraba a Daniel con devoción.
-Si- dijo contra su costado. Mientras
hablaba se había acercado y ahora prácticamente se tocaban.
- ¿De veras?- Susurró, para sus adentros
intentando reorganizar sus pensamientos y reaccionar de una vez. Fue tan bajito
que no creyó que pudiera oírla. Pero él lo hizo.
-Sí, jamás he hablado más en serio en
toda mi existencia.
- Oh, Dios. Cuanto me alegro porque…-Comenzaba
a decir cuando cerró su boca repentinamente. Él estaba usando las palabras de
una forma rara… ¿y a que se refería cuando había dicho que temía no poder
protegerla debido a lo que era...? – Espera un momento. Daniel, hay algo que no
me estas contando- le dijo suavemente mientras lo miraba con dulzura. Lucía tan
real a su lado en ese momento, tan absolutamente real…
Daniel la tomó por la cintura casi sin
tocarla realmente y la dirigió hacia la cama para poder sentarla. Ahora que
estaban teniendo más contacto se fijó por un momento en que la trababa con
mucho cuidado, como si realmente pudiera romperse en sus brazos.
Está
bien, deja de delirar.
Él la miró intensamente un segundo más
mientras ella inmortalizaba este momento para futuras inspecciones.
-Layla, amor… No sé muy bien por dónde
empezar en lo que a esto se refiere…Yo no soy lo que tú crees en realidad.
Formo parte de una civilización mucho más avanzada que la tuya que vive oculta
a los ojos humanos. He vivido mucho y seguiré vivo y caminando por la tierra
cuando tu vida humana haya pasado… - El dolor llegó a sus ojos- Ha sido así
durante siglos, pero ahora que te he encontrado, no puedo soportar la idea de
perderte algún día, incluso aunque...- El miedo impregnaba sus palabras, miedo
a perderla. Daniel bajó la cabeza por un momento. Tomó aire despacio y la miro
intensamente mientras decía- Soy un vampiro.
Layla no podía entender el significado
de sus palabras… ¿otra civilización? No podía estar hablando enserio. Aquello
sería una broma en la que en algún momento se reirían y le diría que había
estado tomándole el pelo… seguro
Excepto por todas las veces en las que
había pensado en Daniel como en un ser extraordinario, en la forma que tenía de
hablar a veces, y en el irrefutable hecho de que parecía mucho mayor que su
edad. Más viejo, alguien que había pasado por mucho y vivido muchas cosas a lo
largo de unos 20 años que ahora le parecían insignificantes. Lo sentía en la
antigüedad de sus ojos y sus palabras.
¿Podía ser verdad? ¿Realmente todo
aquello existía?
De repente, tras terminar con su
monólogo interior, se dio cuenta de que en realidad era como si siempre lo
hubiera sabido de alguna forma. No podía negar que Daniel no era simplemente un
chico más.
-¿Cómo puedo saber que es verdad?-
Declaró, intentando agarrarse a algo sólido en aquel lío que se había
convertido su cabeza.
Daniel la miró a los ojos por unos
segundos y después dirigió su penetrante mirada a lo largo de su mandíbula,
recorriendo la longitud de su cuello y centrándose en el lugar donde su vena se
marcaba de forma tentadora. Se demoró un momento en su cuello y recorrió su
cuerpo con los ojos comiéndola con la mirada.
Mientras se estremecía levemente a causa
de inspección, observó cómo sus colmillos se habían alargado, blancos y
marfileños bajo sus llenos labios.
No le dieron miedo y se encontró
deseándolo antes de conseguir pensar en nada más. Dios, realmente estaba
hablando en serio, y ella no podía sentirse más feliz.
Layla sonrió e intento parecer fuerte
por él, porque de verdad lo amaba y no le importaba lo que él fuera. Siempre se
había sentido desorientada en la vida, perdida en un mundo de humanos… ¿Y si
ese era su destino, encontrarse con él? Nada más le importó cuando se sintió
completa como si dos mitades hubieran encajado en su lugar, después de mucho
tiempo respiró a pleno pulmón, experimentando todas las emociones a la vez,
dejándose llevar por lo que sentía. Inspiró el sensual olor que lo
caracterizaba y con el que había soñado infinidad de veces y se sintió como en
casa. Por lo que no sintió miedo.
Daniel
Daniel no podía creer el curso que había tomado la conversación. No se habría imaginado esto ni en su mejor día, Y Layla realmente lo estaba mirando con amor.
-¿No me tienes miedo?- Preguntó perplejo
al darse cuenta de la postura relajada que mantenía Layla. Dios, esa bata que
llevaba dejaba al descubierto todo su cuello y él podía sentir el pulso latir
en ese tierno y dulce lugar. Cuando había decidido demostrarle que era un
vampiro supuso que sería mucho mejor enseñárselo.
Aún podía sentir los colmillos largos y completamente expuestos, y no pudo
reprimir una imagen de él mismo enterrando los colmillos a través de su
escultural cuello. Contrólate.
Ella lo miró detenidamente recorriendo
también su figura con los ojos y seguramente pensando en lo hermoso que era.
Otra de las razones que demostraban que no era humano, aunque algo todavía le
quedaba.
Era gracioso que desde que había
conocido a Layla esa parte humana había despertado en su interior, ya que había
aprendido a apreciarlos más.
-Bueno si quisieras hacerme daño…
supongo que ya lo habrías echo ¿me equivoco? –Repuso Layla con una sonrisa en
el rostro- además, sé que nunca me harías daño. Lo puedo sentir en este
momento.
Le costaba pensar con claridad después
de oír las generosas palabras de ella. Simplemente no sabía cómo reaccionar e hizo
lo primero que se le vino a la cabeza.
-Dios, ¿tienes una idea de lo mucho que
te amo?- espetó con ternura recorriendo su mejilla suavemente con sus dedos
apreciando el calor de su piel.
Pero después de un segundo casi se
arrepintió de haber dicho eso. Aunque era lo que sentía desde lo más hondo y
primitivo se su ser, todavía no sabía con exactitud cuáles eran los
sentimientos de ella y cuál sería la respuesta a todo aquello un vez había
sabido la verdad.
-Lo siento si…- comenzó a decir pero
ella lo interrumpió lanzándose sobre su regazo y abrazándolo. La cálida risa que
salía de su pecho era de una burbujeante felicidad. Daniel la estrechó durante
unos segundos, sintiendo la esperanza florecer.
- No debes
disculparte por nada en absoluto. Daniel, yo también te quiero...
Sé que posiblemente ya lo sabes, pero eso no es lo que importa.
Quiero demostrarte que es exactamente lo que significas para mí.
Hace mucho tiempo que he querido decirte esto...pero nunca he encontrado
la forma de explicarme. Bueno, siento que en realidad jamás te poder demostrar
con suficiente claridad mis sentimientos.
Siempre que te he mirado, siempre que te he escuchado... he deseado
decírtelo de una manera más específica que con unas simpes palabras. Pero la
verdad es que te quiero. De todas las maneras posible en las que se puede
querer a alguien. Por eso estoy aquí, no me importa lo que seas porque mi
corazón ya ha elegido. Deseaba tenerte a mi lado cada noche... desearía tenerte
siempre...incluso cuando el significado de eternidad no exista para mí. No sé
si algún día podré convencerme de que me has elegido a mí y no estoy muy segura
de poder acostumbrarme nunca. Soy feliz cuando estas cerca, cuando me miras y siento
todo esto porque sencillamente no puedo evitarlo.
Daniel simplemente la estrechó más hondo
contra su pecho, oliendo su hermoso cabello y el embriagador aroma que
desprendía de la ducha. Todo se sentía diferente teniéndola en sus brazos y no
quería soltarla jamás. Diablos, quería tenerla bajo suyo en ese momento.
Respiró hondo dándose cuenta de cuánto tiempo había esperado este momento.
La acercó a su rostro, mirándola con
adoración. Sus labios eran suaves y no podía describir lo que sintió la
saboreó. Su olor era algo de lo que jamás se cansaría pero que Dios lo ayudara
porque lo que sintió cuando sus labios se fundieron era algo increíble. Su
esencia estaba concentrada y era tan exquisita...
Ambos recorrían con las manos el cuerpo
del otro y las manos de ella en su espalda solo hacían todo más difícil.
Lentamente se fueron moviendo hacia el
centro de la cama acomodándose. Daniel la besaba como si no pudiera conseguir
bastante de ella con la suficiente rapidez. Se dejó ir durante solo un momento,
dando rienda suelta a la pureza de
su deseo, su deseo por ella.
Se dirigió por su camino deslizándose
por el cuello y la clavícula, saboreando el dulce aroma de su champú. Sentía
los silenciosos jadeos de ella cada vez que sus besos se volvían más intensos.
Daniel volvió a subir por su mandíbula
suavemente hasta volver a encontrar su boca.
Sus labios se movían ansiosos. Las
mejillas de Layla estaban teñidas de un delicado rosa y el rubor se
intensificaba cuando él la miraba.
-Quiero probarte…-susurro él.
Volvió a bajar por su cuello mientras
los latidos de Layla aumentaban considerablemente.
-Hazlo.- Podía sentir la necesidad en su
voz, mientras cerraba los ojos y dejaba caer las largas pestañas. Era tan
hermosa, acostaba a su lado, con las mejillas acaloradas y la necesidad en su
cuerpo. Podía olerlo y nada lo hacía sentir más feliz en el mundo.
Ella era suya. De nadie más, solo suya.
Bajo un poco más hasta llegar a su clavícula.
La rozo con la nariz, inhalando. Layla enterró sus elegantes dedos en su
cabello, pidiendo más.
Daniel la tomó por la cintura
acercándola más aun a él, apoyándose en su escultural silueta. En el fondo de
su mente se recordó que debía controlarse, pero estaba cansado de reprimirse, y
necesitaba sentirla más que nunca.
-Eres el amor de mi vida- le dijo entre
susurros cerca de su oído mientras ella se estremecía notablemente.
-Lo sé- le aseguró ella enredando sus
manos en su cabello más profundamente- Y tú
el mío, Daniel- repuso con voz intensa.
Daniel profirió un sonido profundo desde
lo más hondo de su pecho y recorrió su exquisito cuerpo con manos gentiles y
frenéticas a la vez. Y los jadeos de ella solo lo alentaban más.
Pero en ese momento un soplo de aire
fresco proveniente de la terraza lo sacó de ese deseo irrefrenable que sentía
por ella. Cuando empezaba a retirarse, Layla lo sujetó firmemente por los
hombros. La miró intensamente. Layla tenía los ojos brillantes y las manos enroscadas
en su piel, acariciándolo.
-No, por favor, no pares… simplemente…
no pares
Antes de que terminara la frase Daniel
ya estaba otra vez sobre sus labios, saboreándola.
Aquello era lo que tanto había deseado,
y por fin estaban juntos. No podía imaginar una forma mejor de demostrarle lo
que sentía por ella que amándola.
-¿Estas segura de esto?- Le preguntó con
voz ronca. No podía mirarla, ya que no podría detenerse otra vez.
Ella lo tomo por la mandíbula
suavemente, intentando que la mirara.
-nunca he estado más segura en toda mi
existencia- declaró usando las mismas palabras que él había usado antes. Una
sonrisa enorme se extendió por su rostro-nunca no he sido más feliz que en este
momento.
Aquello fue suficiente para tirar por la
borda sus deseos de protegerla.
¿Pero protegerla de qué exactamente?
Ahora más que nunca estaba completamente seguro de poder protegerla, y eso lo
incluía a él también.
Con cuidado recorrió su cuerpo con la
boca, pero lo ruiditos y gemidos que hacía Layla lo ponían frenético. Su ritmo
aumentó, no quería parar nunca.
Un gruñido hondo y ronco salió de su
garganta mientras le quitaba la ropa. Simplemente no podía y no quería parar. Oh dios, ella era tan
preciosa. Completamente desnuda ante sus ojos.
Comenzó otra vez su recorrido por su
cuerpo, tomando tomo lo que ella le estaba dando. A medida que más probaba, el
corazón de ella palpitaba cada vez más rápido. Daniel sonrió implacablemente
mientras se miraban con amor.
Sus perfectos pechos y su larga y
pronunciada cintura eran deliciosos. Y al probar su centro más íntimo no tenía
palabras para describir lo que sentía. No había imaginado que sería tan
malditamente intenso pero a pesar de que sus besos y su olor eran más de lo que
podía soportar, no eran nada en comparación con el exquisito sabor de su
centro. Sintió orgullo llenar su pecho al ver como Layla llegaba al orgasmo. Se
tomó su tiempo en ese lugar tan especial sintiéndose el hombre más afortunado
del mundo.
Rápidamente se puso en pie y se deshizo
de sus ropas en menos de un segundo. Layla lo miraba con asombro y deseo en los
ojos y una sonrisa permanente se instalaba en su rostro.
Se acostó con ella otra vez, cubriendo
su cuerpo con el suyo.
Layla
Layla se había alarmado un poco cuando
Daniel se había puesto de pie pero en el momento en el que había visto su
marmóreo cuerpo desnudo, sus pensamientos habían dejado de ser coherentes.
Dios, no pudo evitar mirar su excitación...era
grande y duro. Estaba erecto y eso le provocó una fuerte necesidad.
Layla se movía debajo de él, queriendo
más.
La besó con pasión sintiendo cada centímetro
de su cuerpo pegado al suyo.
Sus besos la volvían loca mientras
Daniel dirigía su excitación hacia el centro de ella.
Entró con una embestida profunda que los
dejo a ambos sin aliento. Deseo que no se detuviera nunca, y con cada empuje lo
sentía más hondo dentro de ella. Sonrió enormemente cuando se dio cuenta de que
Daniel era solo suyo…
Daniel
Daniel sentía una presión en su bajo
vientre mientas empujaba contra Layla y le susurrabas palabras bonitas al oído.
Ella no paraba de jadear y se sujetaba fuertemente a su espalda. Oírla gemir
era una sensación poderosa… La amaba tanto y tan intensamente que pensó que no
podría detenerse nunca, y tampoco es que le importara. Daniel realmente deseó
que la noche durara para siempre, como su amor por ella.
Bueno espero que les haya gustado este capitulo! tengo que decir por finn! jeje bueno y de paso le comento que la canción que inspiró esta historia esta en el blog y se llama dreamcatcher de alexandre desplat, la cual forma parte de la BSO de luna nueva ;) espero que les guste y comenten!!!
¿Que quieres que te diga?
ResponderEliminar¡Me encanto! No puedo esperar a saber que pasara con Daniel y Layla esperare ansiosa una actualizacion tuya. Besos *3*
Agy Cullen